#TodosPodemosViajar

«Grupo Presidente me dio la oportunidad de ser parte de una de las mejores experiencias que he vivido y que me cambió para siempre. Nuestra empresa, en colaboración con otras organizaciones (entre ellas InterJet) y dos Youtubers (Mike Corey y Ale Ivanova), decidieron cambiar la vida de 3 niños que viven en una sociedad que no está preparada para su condición: el Autismo.

Con el apoyo de la fundación Iluminemos de Azul por el Autismo, decidimos cumplir su sueño y romper todo tipo de paradigmas. Los llevamos a conocer el mar de uno de nuestros hoteles, el Presidente InterContinental de Cozumel.

La aventura comenzó el 4 de noviembre en el Aeropuerto de la Ciudad de México. Conocimos a Noemi de 8 años y a su mamá Adriana; a Yael de 13 años y a su mamá Lila; y a Gabriel, hijo de Oscar Perez colaborador del Presidente InterContinental de Santa Fe, quien fue con su abuelita María de los Ángeles. Esta no solo sería la primera vez que los 6 conocerían el mar, sino también la primera en volar en avión.

Estaba muy nervioso, nunca había tenido contacto tan directo con un niño con autismo, quedé gratamente sorprendido. Pensaba que las personas con esta condición “vivían en su mundo” y sería muy difícil interactuar con ellos, una creencia que en el primer contacto que tuvimos me di cuenta que estaba muy lejos de la realidad.
Son personas muy cariñosas, que entienden muy bien lo que está pasando a su alrededor, simplemente perciben la vida y transmiten sus sensaciones de forma diferente.

Al llegar al hotel, una vez que se cambiaron, la primera actividad fue su interacción con la playa. Cada quien la vivió de forma muy diferente. Gabriel al sentir la arena entre sus pies se asustó, pero poco a poco le tomó gusto hasta llegar al mar; al tocar el agua pegó un fuerte grito y decidió quedarse en la arena jugando. Noemi por otra parte, entró muy cautelosa, pero al sentirse cada vez más segura corrió hacia el mar encontrándolo fascinante. Por último, Yael… ya había tomado clases de natación por lo que desde que vio el agua corrió desvistiéndose hasta llegar a ella y exclamó “wow” al sentir como las olas iban y venían. Ese fue el primer regalo de muchos que nos dieron.

Al día siguiente los llevamos a un submarino que descendió más de 30 metros. Los niños no se despegaron de las escotillas, disfrutando todos los animales, los corales y el increíble color azul del mar de Cozumel. Posteriormente tuvimos la oportunidad de navegar en un catamarán, donde vimos el atardecer y disfrutamos de un momento muy agradable juntos.

El domingo 6 de noviembre fue el último día y para materializar esta experiencia, los niños recolectaron conchas, caracoles y arena para hacer un marco que incluiría una foto de todos los que formamos parte de este proyecto.

El regreso estuvo lleno de sentimientos encontrados, dejar de ver a los niños y a sus familiares fue triste, pero a la vez estábamos contentos por todas las sonrisas que dibujaron este increíble viaje a Cozumel. Estoy seguro que todos los que participamos regresamos siendo mejores personas, más consientes de nuestro entorno y con grandes lecciones de vida. Sin duda recibimos mucho más de lo que le dimos.»

Tetimonio: Bruno Ortiz Fuentes

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